El éxito puede ser muy peligroso: a veces, en dosis excesivas, te llena de una falsa clarividencia. Esa sensación de saberse triunfador en un área y creer automáticamente que ya lo eres también en todas las demás. Si he logrado todo esto es que lo sé todo sobre el mundo. Sobre mi mundo y sobre el de los demás.
Manuel Carrasco (1981) ha triunfado, no hay mucha duda sobre eso. Sus cifras son muy significativas. Millones de escuchas, de discos vendidos, premios y un especial impacto en sus cifras en directo. Metió a 74.345 personas en la Cartuja —récord en España— y ha sido el primer español en hacer sold out en el Bernabéu. Hablas con él y está calmado, consciente, muy seguro. Parece haber encontrado la verdad en el éxito. Por suerte, no es exactamente así.
“No, no”, cuenta Manuel. “Que no se te vaya la pinza es fundamental. Me voy al lado contrario del éxito de manera natural. Bajo del escenario y no vivo una vida de estrella. Hasta antes de subir, me dan ganas de vomitar de los nervios que tengo, el escenario es el sitio en el que menos natural me veo, necesito hacer una transformación: eso que sucede ahí arriba, esa persona que veis, solo existe aquí entre músicos y focos. Mi vida no es así”.
Manuel parece haber encontrado una calma soñada, un oasis personal en medio del abismo de este universo musical a veces muy loco. La razón la explica de manera clarísima. “Tú tienes que estar fuerte y por encima de todo lo que te venga. Te voy a poner un ejemplo, parece una tontería pero no lo es. El tío que se sube al escenario, pero luego no es capaz de ir al supermercado... es raro, ¿no? Eso no está bien equilibrado, compadre. A lo mejor quiere ir, pero piensa que no cuadra, yo lo he visto muchas veces. Dios mío, qué ladrillazo tienes, ¡si no hay nada más bonito que ir a comprar tú las aceitunas!”.
Esa sensación de que todo necesita cierta mirada de distancia le viene, según cuenta él mismo, de su infancia, de la situación en la que creció. “Estoy seguro de que mi manera de trabajar viene porque me he criado así. Mi infancia está llena de intentar hacer las cosas desde un lugar no privilegiado. La gente me decía: a ti no te toca esto, esto no es para ti, tú vienes de un barrio y un entorno donde todo esto no sucede. Lo tengo muy clavado, y lo canto siempre que puedo, cada vez más”, explica. Porque, y se reafirma, “la infancia nos marca muchísimo, para lo bueno y para lo malo, está grabada a fuego. La gente me dice ‘vas a llenar el Bernabéu’..., pero joder, es que te vas del escenario y eres otro, tienes tu mundo personal donde eso no significa nada. Yo vengo de esa infancia humilde que mezcla las inseguridades con las ganas”.
Manuel salió de la academia de artistas más famosa de la televisión en 2002 y lleva ya más de 20 años forjando su propio camino. Y quizá sus directos son el punto fuerte de una trayectoria que, reconoce, “ha ido de menos a más”. “Llevo años haciendo cosas muy importantes y cada vez los retos se ponen más complicados. Hemos hecho cosas impensables. Hacer conciertos grandes es un arma de doble filo. Independientemente del poder de convocatoria que tengas, tienes que convencer a la gente, que tus maneras estén a la altura. Creo que después de mucho trabajo hemos conseguido algo clave: que mi repertorio se sostenga en sitios grandes. Si no, no hubiera ocurrido nada de lo que me ha pasado, en algún momento todo se hubiera desmoronado sin un show que funcione. Es que no estamos hablando de sitios grandes, son sitios MUY grandes”.
El mundo de la música en los últimos años está experimentando una suerte de revival del directo, la consagración del concierto como arma definitiva del artista. “Yo creo”, continúa Manuel, “que cualquier artista quiere el directo, pero en mi caso he basado mi carrera en eso. En cualquier trabajo te planteas dónde colocarte, y yo noté que el directo tenía que ser mi punto fuerte, se me da bien conectar con el público. Pero no solo tienes que creer en lo que haces, independientemente de las inseguridades que tengas, sino que tienes que ir a por ello. A muerte”.
A muerte puede traducirse como llenar el Bernabéu el próximo 29 de junio, un concierto que Manuel plantea como “una fiesta sorpresa” que cumplirá con las expectativas de su público. Precisamente en un momento en el que ir a conciertos parece una aventura de tiempos, colas digitales y precios desorbitados. “Mira, yo antes tenía tres palos para ponerlos en el escenario, iba a tocar y la producción me decía: los palos no caben. ¡Pero si tengo tres, déjame poner esto como mínimo! Hace 15 años, te hablo. Yo siempre quiero dar lo mejor, aunque no siempre he podido, y ahora que tengo posibilidades, quiero darlo todo. Te aseguro que la producción que llevamos es de cojones, una inversión de cojones. Intentamos que no se vayan de madre las entradas, pero te aseguro que lo que la gente paga está en consonancia con lo que se llevan”.
El directo, pues, como ejercicio definitivo contra la prisa de una industria digital, ¿no? “Yo viví antes del boom digital, he entendido siempre la industria al margen de las cifras digitales, que llaman mucho la atención, pero no está todo tan claro. No es todo tan real, hay trucos para que pueda parecer lo que no es. ¿10 millones de oyentes y no llenar una sala pequeña? Cualquier artista elegiría que lo que quiere es vender tíckets: ahí no hay trampa. Tampoco quiero decir que se hagan trampas, pero es un hecho que, por ejemplo, si estás en ciertas playlists por cierto estilo de música que haces... pues vas sumando. Pero la medida real se ve en tu show”.
Y todo esto nos lleva a la pregunta definitiva para un artista que ha ido a la contra conscientemente, tal y como reconoce, pero que también se ha visto obligado a caminar en contra del viento de la crítica. “¿Legitimarme? En realidad, sí. Sí, eso de validarme como artista es cierto. Hay cierto desconocimiento de parte de mi carrera. Ha sido una constante. Al principio, tras salir del boom mediático tan fuerte que tuve, tuve que demostrar mi credibilidad, he tenido que conseguir muchas cosas muy importantes para que se me dé cierto crédito entre algunos sectores. Pero convivo con eso”. Porque, reconoce el cantante y compositor, “si tengo una virtud es haber sido siempre consciente de una cosa: siempre he sabido cuándo no sabía. Me tengo que preparar, tengo que aprender. Muchas veces era prudente y luego veía que no era tan difícil, que no lo hacían mejor que yo, pero con eso en la mente siempre he funcionado mejor. Subirse a un escenario, por muy grande que sea, siempre implica juzgarte... Lo difícil es juzgarte sin hacerte daño, eso es lo que estoy aprendiendo ahora. Mejorar pero sin hacerte daño”. En la vida y en la música, al final, el camino es muy parecido. “La pelea con uno mismo de pasar obstáculos pero, al llegar al objetivo, saber encajarlo”. La serenidad bien entendida.
Y nos queda una cosa, Manuel. ¿Para cuando música nueva? “Estoy superemocionado, haciendo música de manera diferente. Después de años, estoy conociéndome más y tengo un momento de fluidez importante, estoy sorprendido conmigo mismo. Siempre he asociado la parte creativa a mucho sufrimiento, pero he llegado a un punto en el que ya no es así. Estoy trabajando con varios productores, probando sonidos nuevos, y me estoy divirtiendo mucho. Espero sacar disco en octubre, con canciones nuevas que quiero presentar ya. Estoy emocionado, en ebullición”. Un momento de lucidez que conecta con una lectura interior cada vez más afinada y correcta porque “como uno quiere lo suyo para uno, no hay nada”. Pero sin dejar que esa luz te difumine demasiado.
“Hay que tener cuidado de que el ego no te mate, por supuesto, pero hay que escucharte, siempre. Uno suele tener razón si suma a sus ideas la parte de la confianza. La verdad que nace de uno mismo es imbatible, porque tu verdad es la verdad de la mayoría”. Amén, Don Manuel.
CRÉDITOS DE PRODUCCIÓN
Redacción: Daniel Borrás
Fotografía: Flavio Orsolato
Estilismo: Juan Luis Ascanio
Arte: Cristina González y Elena Calvo
Producción: Andrea Vazquez
Talent Manager: Sira Lebon & Ingrid De la Puente
Maquillaje & peluquería: Helena Liebanas para Cool Producciones
Asistente de fotografía: Silvia de la Rosa
Asistente de estilismo: Gema Cardona, Paula Sanchez, Juan Fernando Palacios Maria Jose Villar
Dirección de moda: Joana de la Fuente
Dirección de arte: Fer Vallespin