Cuando le pregunto a Abel Tesfaye The Weeknd si la escena de sexo del capítulo 2 de The Idol debía resultar "sexy", pronuncia un rotundo “no”, y decirlo así es quedarnos cortos. Aunque solamente lleva dos semanas en antena, la serie de HBO Max —en la que Tesfaye interpreta a Tedros, el misterioso dueño de un club que intenta aprovecharse de Jocelyn (Lily-Rose Depp), una vulnerable estrella del pop— ya se ha convertido en una especie de pararrayos de la polémica y el comentario social. ¿Es demasiado gráfico el sexo, que a lo largo de dos horas ya ha coqueteado con todo, desde la asfixia erótica hasta el juego con cuchillos? ¿Se trata de provocar por provocar? ¿Qué pretende Tesfaye, cocreador y coguionista de la ficción junto a su colaborador Reza Fahim y al Provocador Jefe Sam Levinson (Euphoria)?
Encarnando al personaje de Tedros, Tesfaye intenta mostrar un ángulo de sí mismo radicalmente distinto del que solemos asociar en la cultura pop con The Weeknd, el personaje musical que ha reformulado el pop y el R&B a su imagen y semejanza durante la última década. Este sórdido y seductor dueño de un club —y quizá líder de una secta— puede dejar desconcertados a muchos espectadores, pero tal y como lo cuenta Tesfaye, ésa es la intención. Todo lo relacionado con el personaje, desde su personalidad hasta sus verdaderas motivaciones, se va desgranando poco a poco a lo largo de lo que describe como "una película de cinco horas", hasta el punto de que no puede identificar una escena concreta que le entusiasme como su primera incursión en el mundo de la interpretación, sino que anima a los espectadores a disfrutar de toda la experiencia. GQ habló con Abel Tesfaye, que actualmente se encuentra de gira en Copenhague, a través de una breve llamada para que nos contara sus impresiones.
Me encanta. Sin duda ha sacudido la cultura pop (ríe). Sabíamos que estábamos haciendo algo oscuro y controvertido, pero fiel a lo que queríamos contar.
Creo que el debate es sano, pase lo que pase. Me alegro de que exista esa conversación. Eso es importante en cualquier cosa que haga, especialmente en este nuevo medio en el que estoy.
Eso era muy importante. Cuando intento explicar quién es, es difícil hacerlo sin desvelar demasiado, sin quitar demasiadas capas. Intentas ser lo más misterioso posible respecto a quién es el personaje para poder llevar [al público] en este viaje. Pero poco a poco, semana a semana, iremos desvelando quién es. Es lo que se ve en la pantalla. Sin duda es un reto. Es un tipo despreciable, un psicópata, ¿por qué endulzarlo? Pero de alguna manera a esta chica le resulta útil, y eso es desagradable, no nos gusta verlo.
Absolutamente. Tiene un aura siniestra, estéticamente, en ciertas tomas...
Sí, eso lo hicimos deliberadamente para transmitir eso. Pero la realidad es que no hay nada realmente misterioso o hipnótico en él. Y lo hicimos a propósito con su aspecto, sus trajes, su pelo: el tipo es un imbécil. Se nota que le importa mucho su apariencia y que cree que es atractivo. Pero luego ves esos momentos raros de él solo: ensaya, es calculador. No tiene nada aparte de eso, es patético. Es un pez fuera del agua, un extraño dentro de ese contexto.
Lo miras y ves que su intención es ganarse un tanto. Puede que Jocelyn sea el tanto más grande que se ha marcado. Es muy obvio. Se las da de lo que no es, camina por la casa como diciendo, ¿Estoy flipando? Puede que esta sea la trampa más grande que he tendido nunca. Aunque no sepamos lo que está haciendo. Incluso con el sexo, es tan avaricioso (ríe). Especialmente en el capítulo 2. “Avaricia” es la única palabra que se me ocurre [para describirlo]. No se cree que pueda estar ahí. Es un pringado. Es la humanidad del psicópata, como la grieta de su armadura.
Oh, sí (ríe).
No. No tiene nada de sexy. Cuando usamos Instinto Básico como referencia, lo hacemos por Verhoeven. Verhoeven es el rey del thriller satírico de los 90. Sí, hay momentos "sexys" en sus películas, pero hay otros momentos que son muy cursis e hilarantes. No importa lo que sientas al ver esa escena, ya sea incomodidad, asco o vergüenza por los personajes. Son todas esas emociones que se suman: este tipo es un manipulador, no debería estar en esa situación.
Exactamente (ríe).
En esta serie nos encanta jugar con las emociones. Manipulamos tus emociones a través de la serie. Nunca hay un tono uniforme, y eso es deliberado. No importa lo oscura que sea una escena, porque puedes encontrar algo cómico en ella. Por eso nos encantan actores como Rachel Sennot, Hank Azaria y Da'Vine [Joy Randolph]. Son actores cómicos con un talento increíble que pueden cambiar el tono en un solo monólogo. Por ejemplo, Jane Adams en la apertura del episodio 2 hace un monólogo que es hilarante al principio y luego simplemente cambia a un momento poderoso donde consigue atemorizarte. Se supone que se preocupa por Jocelyn, pero, ¿de verdad es así? No quiero desvelar demasiado, pero especialmente en el episodio 3, nos encanta jugar con la comedia, pero luego es como... no te confíes demasiado. Ese debería ser el eslogan de la serie: No te confíes demasiado viendo esto.
Fue la culminación de varias ideas, pero es difícil atribuírsela a alguien. Más adelante se sabrán más cosas sobre la cola de rata.
Siempre lo consideré más un cameo que un papel real. Era para burlarme de The Weeknd y realzar el personaje, algo que, a medida que la gente me conoce más, me gusta hacer mucho. Ese mismo año escribí un episodio de American Dad con Joel Hurwitz en el que The Weeknd revela un oscuro secreto: que en realidad soy virgen. Así que todo eso era yo burlándome de la imagen de The Weeknd. Y eso es lo que estamos haciendo aquí también.
Con The Idol es un poco más complicado porque al principio no lo escribí pensando en mí. Esa es la verdad. Pero con el paso del tiempo, Sam [Levinson] me convenció y tuvo algunas ideas realmente geniales para la serie. Y llegué a un punto en el que la única forma en la que podía interpretar este papel era si hacía algo completamente diferente de lo que soy. Puedo distanciarme de este personaje. Quería asegurarme de que no se pareciera en nada a mí, que no actuara como yo, que fuera una persona totalmente diferente. Otra cosa muy importante para mí era que tenía que quitarme el traje de cineasta para poder centrarme en que este era mi trabajo. Y la única forma de hacerlo era entregándome por completo al personaje. Al principio fue un reto, porque soy muy sobreprotector con lo que hago y me encanta tener el control. Así que fue muy interesante [por una vez] ceder el control y entregarme a ese proceso. Y me costó un poco. Pero al final nos pusimos a ello, y estoy deseando que veáis cómo se desarrolla.
Mmm, no. Todo en conjunto.
Ojalá pudiera vivirlo en tiempo real, pero la diferencia horaria es una locura. Me entero del principio cuando estoy medio dormido. Intento ver todo lo posible al día siguiente. Pero es difícil porque... entiendo internet. Empecé en internet, mi primera canción salió en YouTube. Entiendo muy bien internet y es difícil estar siempre conectado porque a veces es demasiado. Me encanta compartir y asimilar [las reacciones], pero intento no obsesionarme demasiado.
Este artículo se ha publicado originalmente en la edición estadounidense de GQ.