junio 2024

Ayo Edebiri: "Puedo caer bien hoy, que me odien mañana y caer bien dos semanas después"

The Bear convirtió a Ayo Edebiri en una estrella mimada de Hollywood. Ahora ella está haciendo de Hollywood su patio de recreo.
Ayo Edebiri wearing clothing by Chanel Haute Couture earrings by Van Cleef  Arpels.
Ayo Edebiri, photographed at a New Jersey estate in April. Clothing by Chanel Haute Couture; earrings by Van Cleef & Arpels. Throughout: hair products by SheaMoisture; makeup products by MAC; nail enamel by Dior Vernis.Photograph by RENELL MEDRANO; styled by STELLA GREENSPAN.

"Ayer estaba haciendo la compra y me dije: 'Dios mío, mi vida está a punto de cambiar y no sé en qué dirección". Ayo Edebiri (Boston, 1995) me explica la conmoción que le ha causado la fama mientras degusta un pastel de pato (suyo) y una ensalada César con costilla (mía) en el Armitage Alehouse de Chicago (nuestra comida tiene cabida en esta entrevista porque, como es de esperar, también hablamos de The Bear): “No sé qué hacer con la leche de avena porque la glucosa me pone nerviosa. Las chicas de Instagram dicen que te sube la glucosa. Estoy pensando en… volver a Lactaid”. Edebiri repasa sus pensamientos de tú a tú como lo hace en sus comedias: escurridiza y vertiginosa, gesticulando con las manos, riendo y con los ojos muy abiertos.

A lo largo de la cena, la nueva estrella de Hollywood comenta que Marshawn Lynch “va a ganar un Nobel de la Paz” algún día (el exjugador de la NFL interpretó a un profesor en Bottoms, la comedia adolescente protagonizada por Edebiri) y que mentir es la mejor fórmula para hacer comedia. Mientras deliraba de cansancio en el estreno de Bottoms en el festival South by Southwest, Edebiri dijo a los periodistas que era irlandesa. No lo es. Nació en Boston de madre barbadense y padre nigeriano. Sin embargo, Internet se hizo eco de la noticia y ella se comprometió a tope con este tema, saludando a Irlanda en numerosas ocasiones. (Y sigue comprometida. Me dijo que tiene parientes irlandeses en ambas ramas de su familia, y quién sabe, quizá sea verdad). Atribuye todo esto a su “cerebrito tontorrón”. Días después de nuestra entrevista, encuentro en mi teléfono un selfie de Edebiri poniendo una cara ridícula. No recuerdo que ella la tomara.

Ayo Edebiri, fotografiada en Nueva Jersey para Vanity Fair por Renell Medrano, lleva sudadera y shorts de Marc Jacobs, camiseta de tirantes de Max Mara y pendientes de Van Cleef & Arpels.

A principios de este año Edebiri logró un triplete en la temporada de premios, llevándose a casa un Globo de Oro, un Primetime Emmy y un SAG por su papel de la chef Sydney Adamu, una luchadora y genio en ciernes en la comedia dramática, que en España se puede ver en Disney+, The Bear. En medio de la época de entrega de premios, fue presentadora de Saturday Night Live, una gran oportunidad para recuperar su faceta de cómica. “Me siento muy afortunada y aún no lo creo ni lo entiendo del todo”, dice. Y volvemos a ser testigos de sus nociones existenciales: “Es especial pero extraño; a la vez una experiencia muy intensa pero también algo por lo que estoy muy agradecida. La gente ha procesado mi vida como si hubiera cambiado y ha procesado cambios en mí que yo misma no he procesado. ¿Tiene sentido?”.

Edebiri se aficionó a las artes en Boston Latin, un colegio público muy competitivo donde, según me cuenta, el primer día se les dice a los alumnos de séptimo: “Mirad a vuestra izquierda y a vuestra derecha. Solo uno de vosotros estará en la ceremonia de graduación”. Al principio se especializó en Educación cuando llegó a la Universidad de Nueva York (NYU), con la intención de convertirse en profesora de secundaria.

“Tenía 17 años cuando comencé la universidad [y] era muy pobre”, dice. “Siempre estaba trabajando”. Trabajaba en un centro de llamadas pidiendo dinero a antiguos alumnos de la NYU; como canguro para familias de Nueva York; en una cafetería para estudiantes en el edificio de Matemáticas. “Hice de barista en una cafetería durante tres semanas y nuestro jefe se estaba quedando con el dinero, así que me fui, y después hice de barista en ABC Kitchen. Me encantaba ser barista porque me gusta el orden. Hay algo satisfactorio en hacerlo bien”. No pasó mucho tiempo antes de que Boston empezara a parecerle una pequeña ciudad de Estados Unidos. “Cuando regresé me dije: ‘¿Qué es esto? ¿Estoy en el quinto pino? ¿Cerramos a las 10 de la noche? Qué vergüenza”.

Ropa de Xuly.Bët; botas de Isabel Marant.

Photograph by RENELL MEDRANO; styled by STELLA GREENSPAN.

Ropa de Christopher John Rogers; botas de Loewe; pendientes de Cartier.

Photograph by RENELL MEDRANO; styled by STELLA GREENSPAN.

La mudanza a Nueva York también supuso un cambio en las creencias religiosas de Edebiri. Creció como pentecostal y la iglesia era más o menos su segundo hogar. Aunque le gustaba cantar en el coro juvenil y relacionarse con otros niños, “era horrible para mi ansiedad”, recuerda. “Tenía pánico a la muerte. Me petrificaba el éxtasis”. En la Universidad de Nueva York, luchó por conciliar la idea de la Iglesia de que sus amigos homosexuales y musulmanes no llegarían al cielo. “Realmente me rompía el cerebro y me producía mucho estrés y tristeza”, afirma. Necesitaba un descanso”. Salvo alguna que otra visita a la iglesia con sus padres, sigue tomándoselo.

Edebiri cambió la especialidad por la de Escritura Dramática en su penúltimo año y se graduó en 2017. Los espectáculos de monólogos en sótanos de Nueva York y las amistades forjadas con compañeras como Emma Seligman y Molly Gordon dieron paso a las primeras oportunidades de escritura, doblaje y actuación en programas como Big Mouth y Dickinson. En 2020, Edebiri protagonizó junto a su amiga de la universidad y compañera cómica Rachel Sennott la serie de Comedy Central Ayo and Rachel Are Single, basada en sus desastrosas vidas de citas en Nueva York. En el primer episodio las dos acuden a una cita doble, solo para que sus parejas liguen entre ellas, dejando a las jóvenes aún solteras.

Cuando le pidieron que grabara una audición para The Bear, se sorprendió de lo diferente que era este programa de los proyectos a los que había estado vinculada anteriormente. “Estaba en la ‘tierra de la comedia’, en la tierra de la comedia más dura”, dice. Tras conseguir el papel junto a Jeremy Allen White, empezó a tomar clases de cocina con sus compañeros de reparto en Pasadena, y luego cambió Nueva York por Chicago, donde se desarrolla y graba la serie.

Edebiri y White son chefs y socios en The Bear, el nombre de su restaurante. La relación en pantalla es lo bastante eléctrica como para que un contingente de espectadores esté deseando un enfrentamiento Sydney-Carmy en lugares más calientes que una cocina.

“Disfrutamos mucho el uno del otro en la vida, delante y fuera de las cámaras. Siento un gran respeto por él como persona, pero también como artista. Así que espero que ese tipo de cosas se reflejen en la cámara entre Carm y Syd”, dice White, que estaba tan ansioso por hablar de Edebiri que hizo tiempo para hablar conmigo un día después de que se lo pidiera, lo que nunca jamás sucede. “Syd siempre es capaz de... no sé, de aportar algo diferente a Carmy, y normalmente tiene razón”, añade. “Y creo que Ayo también suele tener razón”.

“El trabajo puede ser una cosa muy íntima y muy personal y muy emocional, y me parece que cuando también estás en industrias que son creativas o creativas adyacentes hay algo que invoca sentimientos de pasión”, hipotetiza Edebiri. “Además, el chico tiene unos ojos azules preciosos. ¿Saben a qué me refiero? Son ojos en los que quieres proyectarte”.

“Cuando terminamos el piloto, todo el mundo decía: ‘Bueno, está claro que ha sido una experiencia demasiado agradable, así que la serie no será buena y no volveremos a vernos”, recuerda. Como millones de fans de The Bear saben, no fue así. Y el reparto ha permanecido unido: White me contó que cuando se estrenó Bottoms durante la huelga, él, Lionel Boyce (que interpreta a Marcus, el pastelero de la serie) y algunos amigos más fueron con Edebiri a verla al cine, donde compartieron butacas con otros espectadores civiles. (“Fue maravilloso”, dijo White, refiriéndose tanto a la película como a aquella experiencia).

Ropa de Loewe; pendientes de Cartier.

Photograph by RENELL MEDRANO; styled by STELLA GREENSPAN.

Con la fama, acaso necesariamente, llega la moda. El pasado mes de septiembre, Edebiri apareció en el desfile de Loewe vestida de pies a cabeza de la marca: un top de cuero sin mangas con efecto puzle, unos pantalones holgados de ante marrón, el bolso Squeeze y unas gafas de sol de montura cuadrada. Edebiri había estado trabajando discretamente con la estilista Danielle Goldberg, entre cuyas clientas se encuentran Laura Harrier y Greta Lee. Edebiri admiraba la forma en que Goldberg había vestido a Kaia Gerber, que también formaba parte del elenco de Bottoms.

A la joven, que es una amante de la ropa y describe a su madre como “impecablemente vestida”, le preocupaba lo que su aspecto pudiera proyectar. “Me mostré vulnerable”, cuenta sobre su primera llamada con Goldberg. “Yo decía: ‘Me siento muy triste [porque] la gente me dice que estoy preparada para ser esto y lo otro, pero no siento que se refleje”. Teme que esas experiencias frustrantes que compartió durante la llamada —no ser invitada a ciertos desfiles de moda, no ser vestida por ciertos diseñadores— la hagan parecer desagradecida. Sin embargo, la respuesta de Goldberg a esos sentimientos encontrados, dice Edebiri, fue inquebrantable: “Me dijo: ‘Eres una actriz principal, te vestiré como tal”. Goldberg cumplió, vistiéndola de Prada, Bottega, The Row y de Luar (recién salida de la pasarela) durante toda la temporada de premios.

La noche en que nos conocimos, Edebiri llevaba unos vaqueros holgados, una camiseta con la imagen del filme El bueno, el malo y el feo, de 1966, de Clint Eastwood, y unas zapatillas bajas de Converse. Además, vestía una cazadora de cuero de Cawley Studio y una gorra de béisbol azul. En el dedo meñique de la mano izquierda luce un anillo de cuentas que le obsequió una amiga, en otro dedo un sello con su signo zodiacal —”Soy Libra, soy capaz de pasarme la vida sopesando”, dice sobre su indecisión— y un anillo de oro que le regalaron en Londres el día que fue nominada a los Emmy.

“Esa es una historia muy loca”, comenta. “Estuve con Will Poulter”. Edebiri se queda un momento reflexionando tras nombrar a la estrella de Guardianes de la Galaxia Vol. 3, pero luego dice “Da igual” y continúa. “Él es muy bueno en evitar quedarse mirando el teléfono y es simplemente una persona divertida con la que estar. Yo creo que sabía que era el día de los Emmy, pero pensé: ‘Si estoy con Will, no estaré pendiente del teléfono”. Los dos almorzaron, fueron a un museo y entraron en una joyería, donde ella compró el anillo. Entonces Will dijo: “Deberías mirar tu móvil”. Lo hizo, y vio que estaba nominada a un Emmy. (Para que no se interprete lo contrario, esto no significa que estén saliendo; que su vida amorosa sea un tema de interés público es otra de las cosas que Edebiri está aprendiendo a manejar).

Vestido de Dior.

Photograph by RENELL MEDRANO; styled by STELLA GREENSPAN.

The Bear ha sido nominada a siete Globos de Oro, de los cuales ha ganado cuatro. Solo en su primera temporada, la serie acumuló 13 nominaciones a los Emmy y ganó 10, y para su próxima temporada cabe esperar que Edebiri y compañía figuren entre los nominados que se anuncien en julio. (“Lo que más me alegra de esos premios es oír sus nombres y los de Ebon”, me dijo White, refiriéndose a su coprotagonista, Ebon Moss-Bachrach, que ganó un Emmy como actor secundario por su papel de Richie).

Aquel día con Poulter fue el comienzo de unos meses torbellino. Por mucho que aprecie el fandom suscitado por The Bear, lidiar con la percepción pública ha sido todo un aprendizaje. Cuando Edebiri y yo salimos de cenar, observa a una mujer que intenta hacerle una foto. Edebiri se vuelve y mueve el dedo. “No, no, nada de fotos furtivas”, dice, antes de indicar a la mujer que se ponga a su lado. Hago una buena foto de las dos y ambas se ríen de la interacción, pero no todos los encuentros acaban con una sonrisa. “Si estoy paseando a mi perro y alguien para el coche, me asusto, porque soy una mujer que va sola, y entonces me reclaman: ‘No eres simpática”, cuenta Edebiri. Le pregunto si alguna vez ha sido ella la persona que ansía una foto. “Por supuesto”, responde, recordando el día, hace años, que vio a un famoso en la librería Strand de Nueva York. “Le dije: ‘Siento mucho hacer esto, pero ¿es usted Richard Ayoade? Y él respondió: ‘Sí’, e inmediatamente se dio la vuelta y se fue. Fue horrible y asombroso a la vez. Él simplemente quería estar solo en una librería, pero yo estaba tan impresionada que tuve que decirle algo”.

Como miembro de la generación Z, Edebiri es muy consciente de lo voluble que puede ser el público. “Puedo caer bien hoy, que me odien mañana y caer bien dos semanas después”, afirma. A finales de enero, Edebiri vaticinó a un periodista: “Ya viene”. Se refería al momento inevitable en el que algo que ella dijera o hiciera empañaría su brillante imagen. Y ocurrió antes de lo que pensaba.

En la semana previa a su actuación en SNL, apareció en Internet un fragmento de un pódcast de 2020 en el que Edebiri comparaba la carrera de Jennifer Lopez con una estafa. Lopez era la invitada musical del programa, lo que generó un incómodo revuelo en los tabloides. Para Edebiri, la insinuación de los medios de comunicación de que los comentarios habían provocado un enfrentamiento era absurda; no era un enfrentamiento justo. “Sería como si Mr. Bean y Mick Jagger se pelearan”, dice. “Y yo soy obviamente Mr. Bean. Ella es J.Lo”. En SNL Edebiri se burló de la situación en un sketch y, días después, Lopez dijo a un periodista que la actriz se había disculpado antes del programa. “Se mostró muy tranquila y amable al respecto”, dice Edebiri.

Al final, los cotilleos no eclipsaron lo que significaba para ella ser la presentadora de esa noche. “SNL es algo con lo que soñaba cuando era una joven cómica. Para mí es la cima del éxito”. Ser hija de inmigrantes, afirma, puede hacer que sea difícil cruzarse de brazos con cada logro. “Te dices: ‘Vale, claro, tengo esto, pero es solo un medio para llegar al siguiente paso’. El barómetro del éxito está en constante movimiento”.

También ha habido algunos momentos devastadores. A lo largo de 2023, si no estaba trabajando en Chicago o en Los Ángeles, o visitando a su familia en Boston, estaba en Brooklyn, pasando tiempo con una de sus mejores amigas, Alexis -Berner-Coe, que se hacía llamar Alex y estaba enferma de cáncer. Edebiri recuerda: “Eran días tremendamente horribles”. Ambas se conocieron a través de unos amigos en su primer año en la Universidad de Nueva York. Alex murió en octubre, un desgarrador recordatorio para Edebiri de que debe aprovechar al máximo cada día. “Si no estoy viviendo mi vida al máximo y tratando de ser positiva y disfrutar y dejar las cosas mejor de lo que las encontré, entonces es un tanto inútil”.

Vestido de Giambattista Valli Alta Costura; anillos de Retrouvaí.

Photograph by RENELL MEDRANO; styled by STELLA GREENSPAN.

Vestido de Giambattista Valli Alta Costura; anillos de Retrouvaí.

Photograph by RENELL MEDRANO; styled by STELLA GREENSPAN.

En el momento en que Edebiri y yo retomamos la entrevista, en esta ocasión vía Zoom, The Bear ha sido renovada por una cuarta temporada, que se rodará —de forma consecutiva— con la tercera. Es solo uno de los varios proyectos en los que Edebiri aparecerá próximamente. En Omni Loop, una comedia de ciencia ficción que explora los viajes en el tiempo y que se estrenó en el festival South by Southwest en marzo, actúa junto a Mary-Louise Parker —“Una actriz que siempre me ha inspirado admiración”, me cuenta—. También está en cartelera Opus, una película de terror escrita y dirigida por el antiguo editor de GQ y columnista de estilo Mark Anthony Green. (“Icónico hombre de Morehouse [College]”, digo cuando sale el nombre de Green. “El rey de Morehouse”, responde Edebiri).

“Es uno de esos poquísimos talentos que, en un mundo en el que no podemos ponernos de acuerdo en nada, estamos de acuerdo en que Ayo Edebiri tiene un talento escandaloso”, señala Green. Ambos se conocieron a través de su amigo común, Boyce (también llamado Marcus). “Recuerdo que pensé que era una de las personas más divertidas que había visto nunca”, dice Green sobre su presentación, durante la cual él, Edebiri y Boyce fueron a ver Sin tiempo para morir en Nueva York. Meses después, cuando Green vio a Edebiri en las proyecciones de The Bear que Boyce había compartido con él, supo inmediatamente que quería contar con ella. “No me canso de repetirlo: no hace una mala toma”, comenta Green. “Podría hacer una mala toma, pero cada elección que hace es cinematográfica”. La película, en la que aparecen Juliette Lewis, Amber Midthunder y John Malkovich, se rodó en Nuevo México. (“Me encantó trabajar con John”, afirma Edebiri. “Sentía que cada día era una escuela de interpretación”). Y luego está Ella McCay, una comedia de James L. Brooks protagonizada por Emma Mackey, con Albert Brooks, Jamie Lee Curtis, Rebecca Hall, Woody Harrelson y Kumail Nanjiani. El set de Rhode Island fue una especie de reencuentro para Edebiri y Curtis, que se cruzaron cuando esta última interpretó a la madre de Carmy en la segunda temporada de The Bear. Aunque no tuvieron ninguna escena juntas, Edebiri había estado en el set siguiendo al creador de la serie, Christopher Storer, mientras dirigía a Curtis.

“Estábamos sentadas juntas en una escalera hablando de amar el trabajo actoral, pero también el del director”, me cuenta Curtis por teléfono. Edebiri preguntó a Curtis cómo le gusta que la dirijan. “No soy una intelectual, así que no necesito muchas palabras; podrías simplemente susurrarme al oído un color, y eso cambiaría mi interpretación”, le dijo Curtis a Edebiri. Al día siguiente, entre las tomas de la ahora tristemente célebre escena de la mesa del episodio “Peces”, Edebiri le susurró a Curtis “morado” y se marchó. “Lo que el púrpura significaba era ‘herida’. Ese color que adquiere una herida. Fue un momento muy íntimo entre ella y yo. Creo que es la toma que utilizaron en la serie. Fue increíble”, recuerda Curtis.

En Curtis, Edebiri vio el tipo de intérprete en que querría convertirse: una veterana con ganas de trabajar. “No están acomodados ni aburridos”, dice. “Eso me anima mucho porque espero que cuando yo esté en esa etapa de mi vida, si tengo esa suerte, siga buscando, cuestionando y emocionándome”.

La protagonista de la película Ella McCay es una política que se prepara para convertirse en gobernadora. Cuando le pregunto a Edebiri cómo se siente ante las elecciones presidenciales que se avecinan en Estados Unidos, su respuesta es escueta: “Nerviosa”. Aparte de votar, no se considera muy comprometida políticamente. “Pero creo que mi nivel es bastante alto”, dice. “Crecí en una familia en la que mis padres siempre estaban de voluntarios en los colegios electorales, haciendo llamadas y esas cosas. Tengo recuerdos de hacer los deberes en centros de llamadas para Elizabeth Warren y Obama”.

Como sabe que la de activista es una etiqueta demasiado importante, no se la pone ella misma. “Muchos personajes públicos se meten en ese espacio y luego dicen: ‘Espera, yo no hago eso’. Así que se van y entonces la gente se enfada con ellos. [O] dicen cosas pero en realidad no están tan informados como creían. Es complicado”.

La Edebiri que conocí cenando y a través de Zoom —con la que desde entonces he intercambiado mensajes sobre todo tipo de temas, desde aperitivos sin alcohol hasta la hilaridad del programa de citas de los años ochenta Love Connection— es simplemente “una versión madura de lo que era de niña”, según me dice su mejor amiga desde tercer grado, Michelle Kim Nguyen. “Ayo siempre ha sido una persona peculiar, vibrante, enérgica e interesante. Hemos crecido mirando a los famosos y casi sientes que son de otro mundo. Caminar por la calle con Ayo y oír a alguien gritar ‘Sí, Chef’ es tan divertido… Pero que sea la misma persona de siempre lo hace aún más raro”.

Por mucho que Edebiri esté saboreando este momento de su vida y el actual ritmo vertiginoso de “vamos, vamos, vamos, vamos” de su carrera, la idea de tener más tiempo para hacer álbumes de recortes, montar puzles de sushi en 3D y ver historias de asesinatos suena bien. “Tengo mucho gusto”, comenta sobre sus aficiones e intereses. “No sé si tengo buen gusto o mal gusto, pero tengo mucho”. Bajar el ritmo “no es algo negativo para mí. Cuando pienso en personas cuyas carreras admiro, hay fluctuaciones”.

Ropa de Christopher John Rogers; botas de Loewe; pendientes de Cartier.

Photograph by RENELL MEDRANO; styled by STELLA GREENSPAN.

En medio de las galas de premios, las sesiones fotográficas y las entrevistas que Edebiri realizó el año pasado, cuando se sentía abrumada, mantuvo una conversación con un colega actor. Ella guarda su nombre en secreto, pero no su consejo: “Me dijo: ‘Recuerda por qué estás haciendo esto; recuerda la verdadera razón por la que estás haciendo esto y todo irá bien”.

—¿Por qué haces todo esto? —pregunto.

—Porque me encanta.

Peluquería: Lacy Redway. Productos capilares: SheaMoisture. Maquillaje: Marcelo Gutiérrez. Productos de maquillaje: MAC. Manicura: María Salandra. Esmalte de uñas: Dior Vernis. Sastra: María Del Greco. Escenografía: Julia Wagner. Producción local: Ice Studios. Estilismo: Stella Greenspan.